MALLAS SEGURIDAD EN GATERA
Superstición es la creencia contraria a la razón que atribuye una explicación mágica a un suceso sin ninguna prueba científica.
Por ejemplo… si hay algún animal que represente lo dicho ese es el gato y además negro, ver correr a un gato negro que se cruza en nuestro camino es sinónimo de que nos va a perseguir la mala suerte.
Las antiguas creencias en las ánimas partían de la observación de estos felinos que relacionaban con la salud, la fertilidad y también con la muerte.
Hay un escritor espiritista Elliott O´Donnell que aseguraba en su libro “Animal Ghosts” que el gato es capaz de oler la presencia de quien se lleva el alma del recién fallecido moviéndose inquieto, tiritando, queriendo irse y maullando. No soy yo supersticiosa pero sí creo que los animales y no solo los gatos, pueden tener un sentido mucho más agudizado del oído y el olfato llevándoles a anticipar el dolor y sufrimiento, quien sabe si no escuchan y huelen lo que se va descomponiendo por dentro.
Hay muchas más supersticiones en relación a los gatos que ya iremos contando.
He de reconocer que soy persona más de perro que de gato y que desde aquel momento, en que un gato negro quiso elegirme no he dejado de parar de pensar en tener uno si no fuera porque mis dos perros son antigatos y no me atrevo a formar una familia plural, ya me entendéis.
Una vez, colaboré con una perrera en Valencia, yo iba a echar a una mano en mantener las instalaciones limpias de los perros, nunca me había fijado en la gatera, los gatos para mí eran ariscos y no me han llamado la atención hasta que un día necesitaban ayuda y me introduje allí dentro con todos los gatos a petición de mi compañera, yo de intrusa en la gatera.
La gatera estaba protegida por una malla de seguridad que cerraba un recinto para que los gatos no pudieran escaparse, ni yo tampoco, y allí estaban ellos erguidos, medio atontados, algunos en los polletes de las ventanas cubiertas también con red de protección durmiendo mientras el sol les proporcionaba una luz ideal para ser fotografiados y otros subidos a un árbol artificial en el medio del recinto. No puedo describir lo que fue verme rodeada de gatos… fue mi primera vez y entonces un gato negro de ojos verdes se acercó a mí y no paró de restregarse en mi pantalón. En un momento me agaché y entabló conmigo un juego amoroso ritual que me hizo recapacitar sobre mi percepción de ellos. Estoy convencida que ese gato me eligió y que en el fondo yo también le elegí y lo hubiera adoptado sino fuera porque en casa se hubieran triplicado los celos y a saber qué cosa hubiera ocurrido.
Pienso en él a veces… me hubiera gustado desafiar a la superstición.